Aparezco por allí, con la cabeza agachada e inmersa en mis pensamientos pues es uno de esos días en los que parece que no existe nadie más que tu mundo y tú.
Me siento en las escaleras, pues después de un día agetreado como hoy, lo que mas me apetecía era ver como pasaba el tiempo mientras que yo, apoyada en la pared, jugaba mi colgante.
Es en este momento cuando me doy cuenta que no soy la única que está allí sentada...